Nuevos asaltos al cumplirse tres semanas de las protestas en Chile

Los manifestantes inundan las calles de varias ciudades chilenas pidiendo la dimisión del gobierno 

El aumento del precio del pasaje de metro fue el detonante de estas protestas en Santiago de Chile, el pasado 18 de octubre, incrementándose luego hasta el actual clamor popular contra el gobierno y el irregular modelo económico que tiene el país. La medida sobre el transporte no fue bien recibida por los ciudadanos, quienes, comenzando por los estudiantes, salieron a las calles e invadieron el metro y la ciudad de forma vandálica para pedir justicia ante estos cambios.

En apenas unos días, las manifestaciones se extendieron a otras ciudades del país y, aunque el gobierno envió a sus fuerzas de seguridad para reprimir y controlar las protestas, de poco sirvieron. El ejército intervino y se decretó el estado de emergencia, además del toque de queda en algunas zonas, lo que impide a sus ciudadanos sin permiso oficial, salir a la calle por la noche. Pero los incidentes no solo no cesaron, sino que se agravaron, incluyendo actos violentos en las estaciones de metro, en comercios y en numerosos enfrentamientos con la policía.

En un intento infructífero por calmar los ánimos de los peruanos, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, anuló el incremento de las tarifas de transporte público además de destituir a ocho de sus ministros. Pero todo apunta a que los ciudadanos no están dispuestos a ceder ante un gobierno injusto y una economía inestable y reclaman la dimisión de Piñera y una reforma de la constitución.

 

Lo dramático de esta situación son las vidas que se han perdido desde el inicio de las protestas: más de 20 personas han muerto y los heridos superan los 2.500, según fuentes de la Cruz Roja. Además, la cifra de detenidos sobrepasa los 3.000. Por su parte, las organizaciones de derechos humanos han denunciado la violencia y abusos que se están ejerciendo contra los detenidos y manifestantes por parte de las fuerzas de seguridad.

Pero esta revolución iniciada por los estudiantes va más allá del transporte. La crisis económica que vive el país y la desigualdad son dos de los problemas más graves que vive Chile en la actualidad, donde existe una clase muy alta, la élite, a quienes les rebosa el dinero y una clase media que lucha mientras tanto por sobrevivir con sueldos irrisorios. De ahí que los manifestantes pidan al gobierno cambios políticos y sociales que mejoren las condiciones de los menos favorecidos.